Alfredo Andreu Ríos es un recién llegado a esta industria que él mismo define como «un camino sin mapas». Comenzó por casualidad y ahora reconoce que esa luz, que es el amor por el cine, es imposible de apagarla.

Acaba de volver de Los Ángeles (California), un lugar tremendamente «estimulante», desbordando pasión y reconociendo la necesidad de ser cauto. Mientras nos presenta ‘Negociadora’, su ópera prima como director de cine, pre produce el que será su cuarto cortometraje. ¡Eso es coger carrerilla!

¿Empezaste de forma casual o en qué momento surge tu vínculo con el cine? 

Soy hijo único, así que cuando me faltaban compañeros de juego recurría a los VHS. Así empecé a ver cine. Pero mi vocación por contar historias ha sido muy gradual, no me levanté un día de la cama queriendo ser director. Cuando empiezas a ver películas no tienes ni idea que existe alguien que las escribe y dirige. Yo lo descubrí en la ESO cuando, buscando en la biblioteca, me crucé por casualidad con la autobiografía de Frank Capra. Tuve una conexión muy grande con el libro y ahí empecé a pensar “pues me parece un oficio muy chulo”. 

Respecto a ‘Negociadora’, tu primer trabajo, ¿de dónde surge la idea central del cortometraje? ¿Cuál fue la fuente de inspiración?

Trabajé en ventas para una multinacional y un día nos formaron en negociación. Así conocimos a una persona que había trabajado para la red de negociadores de la policía nacional y que había intervenido en decenas de secuestros con rehenes. En ese momento, yo ya iba con la luz del cine encendida en mi cabeza y me pareció que una escena de negociación tenía todos los elementos para un guion. Me fascinó lo que esa persona era capaz de lograr en momentos de máxima angustia. Lo que parecía un super poder, en realidad eran técnicas basadas en la escucha, repetición de palabras o empatía. 

En ‘Negociadora’ destaca poderosamente su protagonista, ¿Cómo llega Isabel Naviera, actriz que lleva más de 20 años actuando en las mejores ficciones españolas, al proyecto? 

Fue gracias a la aproximación que hicieron José Ángel Delgado y Silvia Sobrino desde la productora Cosmos Fan. Al parecer, Isabel decidió eludir el hecho de que yo era un director novel y se mostró interesada por el guion. Fue una alegría enorme, porque yo la había visto en ‘Fariña’ y ‘Néboa’ y me parecía una de las actrices dramáticas más creíbles en España. Y lo mejor que puedes decir de un actor es que es creíble.

Es fácil comprobar el notable esfuerzo técnico del proyecto, ¿que nos podrías contar al respecto? ¿Cómo viviste la experiencia de rodaje? 

Lo viví como una oportunidad. Yo quería rodar y sabía que necesitaba al mejor equipo posible porque, aunque llevaba años escribiendo, mi experiencia rodando era casi nula. Al principio no tenía apenas contactos y con Filomena y el toque de queda por la pandemia, se pusieron las cosas francamente difíciles. Pero como nada es sencillo, me compensa la satisfacción de haberlo conseguido. Creo en la filosofía de “mejor hecho que perfecto” y cuando estás empezando lo mejor que puedes hacer es rodar sin pensar ni esperar a sentirte preparado. Estoy convencido de que eres capaz de todo con horas de vuelo. Ojalá me queden muchos errores por cometer. 

Respecto al futuro profesional, ¿qué puedes contarnos de tu siguiente aventura?, ¿qué proyectos figuran en tu agenda?

Ahora estoy en preproducción de mi cuarto cortometraje, que esperamos rodar en pocos meses. Tengo mucha ilusión porque siento que estoy rodeado de muy buenas personas y grandes profesionales. Es una historia que nos apetece mucho contar, pero supone un reto ya que los protagonistas son dos niños de 9 años. También acabo de escribir un tratamiento de largometraje y me gustaría ponerme con el guion. Otro proyecto que tengo en la cabeza para este año es rodar un cortometraje en plano secuencia con dos figuras del audiovisual aragonés. Nada de esto será fácil, pero pondré todo de mi parte para seguir adelante. 

Has viajado recientemente a L.A., cuéntanos un poco sobre esta experiencia y si planeas con ello dar un «volantazo» definitivo a tu carrera y dedicarte de lleno al cine.

Con los volantazos hay que tener cuidado porque te hacen dar vueltas de campana. Soy más de corregir el tiro, pero eso lleva tiempo. Por supuesto que mi meta es dedicarme al cine de lleno. De momento llevo dos años en los que le estoy dedicando una parte importante de mi vida, mientras lo compagino con la actividad que me da de comer y que también me gusta. Los Ángeles me ha dado confianza y me ha permitido rodar mucho, que es lo que necesitaba y quería. Es un lugar muy estimulante y definitivamente deseo volver. Al final, este es un oficio para el que no puedes aplicar en LinkedIn, es un camino sin mapas pero con un inicio. Cuando te fijas en los grandes directores, te das cuenta de que todos tienen un comienzo y que es cuestión de pasión, aprendizaje constante, coraje e interés compuesto en el tiempo. Ahora que lo pienso, no es poco. 

Por último, ¿ves posible explorar más allá del cortometraje y dar el salto al largo?

Me encantaría, todo va dirigido a eso al final. Lo que pasa es que para que alguien confíe en ti y apoye tu historia, debes primero aprender el oficio y contar con un buen equipo y partir de una buena inversión. Si hay salud, daré lo mejor de mí por lograr dirigir una película. Hay voces que siempre tratan de disuadirte porque “eso de dirigir no es un trabajo de los de verdad” pero, como nos recuerda Dune, “fear is the mind killer”.

Alfredo Andreu en set de rodaje de ‘Negociadora’.