Por Clara Vallés

Marcos, un peón de campo de diecisiete años, descubre su sexualidad en un ambiente hostil. Apodado Marilyn por otros adolescentes del pueblo, se convierte en objeto de deseo y de discriminación.

Martín Rodríguez llega con fuerza a San Sebastián para presentar su ópera prima, ‘MARILYN’, un retrato sobre la identidad de género en la Argentina más rural y que lo han convertido en uno de los grandes hallazgos del festival. El sufrimiento, la supervivencia y la narrativa heredada del documental por momentos nos traslada al cine de Pedro Costa o al de Pablo Larraín cuando narra los momentos clave de un protagonista.

¿Cómo llegas a la historia de Marilyn y por qué decides contarla?

Leí la noticia en la que un adolescente había matado a su madre y hermano porque no aceptaban su homosexualidad. Comenzó a salir en los medios y me interesó ir a la cárcel a conocerlo. Hablo en masculino porque entonces era varón, no había comenzado el proceso de transición de género. Me asombró el momento en el que expresó que cuándo los mató, murió Marcelo y nació Marilyn.

Se trata de un cuestión de conservadurismo social y del poder del cristianismo. Me interesaba partir de un caso particular para hablar de una situación social que genera violencia. No es un hecho aislado, los niveles de opresión convergen en una cadena de iniquidad: una familia violentada por un entorno y patrón social actúa con crueldad sobre su hijo.  Nunca traté justificar ni victimizar al personaje pero tampoco es una condena moral ni una forma de juzgar, me interesa el contexto.

Tratas de ‘bucear’ más allá del eje central que constituye Marilyn pero tu intención no es plasmar una denuncia, ¿cuál es tu propósito?

El cine como denuncia no me gusta. Se trata de reflexionar sobre cierta opresión que se vive diariamente en el colectivo LGTB y del transexual dentro del LGTB. En Argentina particularmente era una situación compleja, la esperanza de vida para las personas transgénero es de 35 años y eso me parece vergonzoso.

Empecé a desarrollar el guion en 2010 y, ante la complejidad de conseguir financiación, se fue retrasando. Me preocupaba la vigencia del tema y casi 10 años después, pese a avances como la ley de identidad género, sigue habiendo mucha violencia. Busco generar conciencia y reflexión.

¿Hasta qué punto constituye un tema tabú en Argentina?

No existe ninguna película en Argentina que aborde esta temática. El cine argentino no ha tocado demasiado el tema de la violencia del colectivo, ni siquiera el cine LGTB que se centra en el erotismo, la comedia o el descubrimiento sexual. No se habla ni en el cine ni en la sociedad, incluso hay quien cree que es un tema superado. Los que lo piensan forman parte de una burbuja progresista propia de la ciudad. En el interior del país, mucho más conservador, es donde puede tener más impacto.

¿Fue sencillo convencer a Marylin para que contase su versión? ¿Cuál ha sido su nivel de implicación?

Muy fácil, la primera vez estuvimos 4h hablando y se mostró dispuesta y abierta. Yo tenía miedo a cómo ser fiel teniendo que cambiar de antemano algunas cuestiones. No sabía cómo se lo podía tomar, pero la ha visto terminada y se siente identificada, siente que es un documental sobre su vida porque logramos ser honestos con lo que vivía en ese momento Marylin.

Ella nunca iba a participar en el proceso, solo servía de inspiración y para ser tomada como punto de partida, pero no iba a opinar en ningún caso. Me base en parte en su relato e imaginé el resto. Fui muy sincero al transmitírselo.

¿Cómo fue el proceso de búsqueda del actor y cómo se planteó el trabajo con él?

Walter tenía 17 años cuando hicimos el casting y 18 cuando filmamos, fue un proceso largo en el que nos surgieron muchos miedos. Yo quería alguien de campo real, me interesaba esa verdad, que lo sintiese. Pero nos resultó imposible que la propia gente de esos territorios se prestase. Posteriormente buscamos a adolescentes transexuales pero, teniendo en cuenta que estaban en plena adolescencia, meternos con alguien tan joven que ya había pasado por eso era muy violento y frágil. Finalmente, decidimos abrir el casting a cualquiera que quisiera presentarse, Walter nos envió unas fotos maquillado y cuando lo vimos rápidamente sentimos la libertad en su cuerpo. 

El trabajo se centró en rebajar su expresividad, él era muy efusivo y tuvimos que hacer un trabajo de introspección. La decisión definitiva fue la escena final del carnaval donde se mostró totalmente desprejuiciado, bailando ante 20 mil personas. Supimos que era él.

¿Cómo esperas que sea recibida la película en Argentina?, ¿te puede ayudar el alcance mediático del caso real?

Pese a los avances y a contar con ley de Identidad de género en Argentina urgen cambios sociales y pedagógicos. En sociedades conservadoras con clara influencia de la iglesia católica, lo que se sale de la norma es objeto de burla y violencia. Hay que normalizar y cambiar esa mentalidad, quizá los más jóvenes (de 20 años o menos) sí que poseen esa conciencia pero hay otra generación muy retrógrada. El caso real tuvo mucha cobertura de prensa pero como todo se diluyó y poco a poco se olvidó, esto puede volver a poner el tema en discusión.

¿Te has encontrado con limitaciones?

Sí, porque es una película de bajo presupuesto e independiente. La pudimos hacer gracias al premio Opera Prima INCA del cine argentino (2014), armamos una coproducción con Chile y recibimos ayuda del fondo Ibermedia. Gracias a esto y al paso por ‘En Construcción’ del festival de Toulouse (2017) pudimos acabarla.

La situación actual del cine argentino es complicado, la sensación es que solo se apoyan películas con grandes presupuestos y eso genera una gran incertidumbre entre los realizadores independientes. La realidad es que tenemos un gobierno de derechas y la derecha tiende a recorta en cultura.

Vienes de participar en la sección ‘Panoramas’ del festival de Berlín ¿Cómo llegas a San Sebastián?

Nunca había estado en San Sebastián y reconozco que ha sido la recepción más cálida de la película, con un público más latino y cercano. Hemos estado en 20 festivales lo que para mi supone un lindo recorrido que me ha abierto las puertas y me ha ayudado en su visibilidad.

Imagen: el director Martín Rodríguez (foto de Ulises Proust).