«Taking Woodstock”, de Ang Lee / crítica / por Fernando Vera

Contemplar la recreación que Lee hace sobre los conciertos de Woodstock, me invita a mirar a los hippies que acudieron durante esos días de agosto del 69 a las granjas de Bethel con cierta ternura. «Taking Woodstock» en realidad es una película que trata sobre el paso del tiempo, aquel en el que dejas de ser ingenuo y te conviertes en adulto. Elliot Tiber, un joven dispuesto a salvarse a sí mismo, reflotando el motel que sus padres regentan, vive ese tiempo en el verano del 69. El final de los sesenta pareció ser uno de esos momentos en los que diferentes partes del mundo se conjugan para gritar en una misma dirección, la primavera de Praga, el mayo francés o el propio movimiento hippie que clamaba por la paz y la libertad en EEUU. Y ese espíritu, en el que las personas, por alguna extraña razón, creen en algo que esta más allá de lo que tienen delante de sus ojos, está muy bien reflejado en la película. Elliot Tiber necesita un solución para que el motel de sus padres no sea embargado, así que ve algo muy claro en ese mas allá, si los conciertos de Woodstock no pueden celebrarse en Woodstock, los traigo a mi pueblo y consigo un extra de dinero, menudo extra, los datos oficiales hablan de que medio millón de personas acudieron al concierto. Quien estaba detrás de esta celebración de la paz, el amor y la ecología en la que miles de hippies llegaban hasta allí en coches que contaminaban por doquier. Un niño mimado de Nueva York y una serie de altos ejecutivos que le rondaban. A eso me refiero con que Ang Lee ha hecho una película sobre como dejas de ser un ingenuo y te conviertes en adulto, y lo hace muy bien, en ocasiones parece una película de los Cohen por un diseño de los personajes tan brillante y atractivo. Lo único que se le puede reprobar a Lee es no haber ido un poco mas allá, y dejar claro que a pesar de que el tiempo hace que podamos mirar con cierta envidia a aquella generación que vivió la música, la libertad, los viajes lisérgicos y la paz en esa especie de limbo de barro que fueron los conciertos, hoy somos más pacifistas, mas ecologistas y hay un mayor número de personas con conciencia política que a finales de los sesenta, ¡el hombre para entonces estaba en la Luna!. Bueno hay otra cosa que se le puede reprobar, que venga a decir a la rueda de prensa del Festival de San Sebastián que tenía ganas de hacer una comedia, no paras de reírte en esta película, pero Ang Lee es tan listo que no dejará que te vayas a casa con esa sonrisa, no se puede ser ingenuo al ver «Taking Woodstock».

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