“Neds”, de Peter Mullan / crítica / por Fernando Vera

Pienso en el título «Neds (No educados y delicuentes)» y no parece adecuado, seguramente a esta pandilla del Glasgow de finales de los 70, incluido al protagonista, les habría ido mejor si no hubiesen sido educados, educados por un sistema educativo basado en la segregación, la exclusión y el castigo fisico. Es frecuente oír hablar ahora sobre la crisis en la educación, sobre la excesiva permisividad, la pérdida de valores, tan frecuente como no reparar en qué sistema ha educado a las generaciones anteriores. Peter Mullan, ya demostró su preocupación sobre la educación en su excelente «Hermanas de la Magdalena» (León de Oro en Venecia) y aquí en «Neds» vuelve a poner luz sobre un sistema educativo incapaz de ofrecer una salida a nuestro protagonisa, John McGill, un adolescente brillante en lo intelectual, pero que emocionalmente va desviando su rumbo progresivamente hasta liderar una pandilla en la que priman la violencia, las drogas baratas y sobre todo la pérdida de indentidad individual, en favor de la tribu. «Neds» es una película excelente, por el contenido y por la forma. «Neds» habla de cosas importantísimas en una sociedad como el entorno en el que se construye la personalidad de un ser humano, como marca. De la oportunidad perdida, encarnada en el personaje de la tía de John, que vive en Estados Unidos y le ofrece dejar ese Glasgow pobre para estudiar periodismo. Habla de la capacidad de redención, de cómo un error fatal puede marcar la vida de alguien. De la relación individuo-padre. De los inconvenientes de destacar sobre la media, tener la desfachatez de usar la inteligencia, ironiza uno de los profesores de John en la película. Pero «Neds» es excelente también en su forma, una película valiente con una cámara que se acerca que no esconde al espectador, una interpretación solida, un guión completísimo, con líneas argumentales abiertas cada poco tiempo y perfectamente cerradas y un espacio también para el sentido del humor. Cruda en algunos momentos, pero también emocionantísima. Mullan recuerda a un buen Loach, pero desprovisto de flema inglesa y armado con esa garra y rudeza escocesa. A mi juicio, Peter Mullan presenta en San Sebastián, una de las mejores apuestas para alzarse con la Concha de oro. ¿Un pero? El título, es feo y nada comercial.